Datos Básicos: 25 socios y simpatizantes del club nos concentramos a las 0935 horas en Robledo del Mazo para visitar el Centro de Interpretación de la Garganta de las Lanchas y dirigirnos posteriormente a Las Hunfrias, donde con un tiempo espléndido se inició la ruta prevista. El regreso a Toledo fue a las 1930 horas. El club crece, de los 25 participantes en la ruta, 5 eran nuevos socios.
Crónica:Representantes del espacio natural Garganta de las Lanchas, nos recibieron a las puertas del Centro de Interpretación para realizar una visita guiada al mismo y explicarnos el origen, características, flora, fauna y peculiaridades de la microreserva, incidiendo en la estrella, los 100 ejemplares de Loros, árbol del género Prunus que se conservan como reliquia de los bosques de Laurisilva que abundaron en la Península Ibérica. El presidente de nuestro club, al finalizar la visita, agradeció las amables palabras y explicaciones y entregó un recuerdo en señal de agradecimiento.
Desde Robledo del Mazo nos desplazamos hasta la entrada de Las Hunfrias, donde a las 1045 horas iniciamos el ascenso de los más de 600 metros de desnivel acumulados que nos aguardaban hasta alcanzar el pico Atalayón de 1293 metros de cota. Inicialmente, por una pista de tierra cerrada al tráfico rodado con una cadena, pero que permitía afrontar cómodamente los primeros esfuerzos del día, siempre en ascenso y en zona de pinares, hasta alcanzar el sendero de la microreserva.
Iniciamos el sendero hasta el primer salto de agua junto con un pequeño grupo de paseantes con equipo poco adecuado para esta ruta, ya que la humedad ambiental y que aún el sol no ha calentado suficientemente, hace que las piedras, el camino y especialmente las lanchas estén muy húmedas y resbaladizas. A pesar de las muy escasas lluvias en los meses anteriores, el salto lleva bastante agua y el entorno es precioso. La contemplación de la primera cascada, las fotos y lo mojado de las lanchas, provocó que más de uno diésemos con nuestro trasero en el suelo.
Desde la primera hasta la segunda cascada, el grupo transitó por dos caminos distintos pero muy próximos, la mayoría por la ruta que había sido reconocida, una suave y moderada trepa que en esta ocasión se manifestó bastante más difícil por la humedad reinante, aumentada por la proximidad de la cascada que convertía a la roca en muy resbaladiza y el resto del grupo volvió sobre sus pasos para alcanzar de nuevo la pista y coger el sendero, mas cómodo, que lleva hasta la segunda cascada.
El sendero, señalizado y preparado, está en no muy buenas condiciones y algo falto de mantenimiento, con cuerdas y algún poste caído, pero la ruta es espectacular, en una zona con alto grado de humedad y exuberante vegetación en la que incluso proliferan los helechos y se aprecia bastante musgo. Las anteriores experiencias nos aconsejaron no acercarnos en exceso a la segunda cascada, dedicándonos la mayoría a observarla a cierta distancia y evitando pisar roca.
Desde la segunda cascada y hasta el inicio de un cortafuegos, la senda se hace difícil de seguir, apenas está marcada en algunos tramos, en otros, campo a través y señalizado por algunos montones de piedra a modo de hitos, pero la ruta siempre trascurre casi por el fondo de la garganta. ¡Ruta senderista! Durante este trayecto, contemplamos desde lejos la tercera cascada a la que no nos acercamos para evitar la piedra mojada.
Abandonado el incierto sendero, alcanzamos un largo y empinado cortafuegos que nos llevó hasta el cordal de la Sierra de Sevilleja, desde donde pudimos tener unas magnificas vistas hacia el sur, del Rincón de Anchuras. Por la pista de tierra que trascurre por el cordal, nos acercamos de nuevo en pronunciada pendiente, hasta las proximidades del Atalayón. Después de dejar mochilas y bastones, el grupo con una fácil trepa alcanzó los 1293 metros del Atalayón y lo pudo inmortalizar con la foto de grupo habitual, desplegando nuestra bandera. Desde el vértice hay una magnifica vista del valle del rio Gévalo y los pueblos de Navaltoril y Piedraescrita.
En las inmediaciones, nada más descender del vértice geodésico, en una cómoda zona de hierba corta y al abrigo de un pinar, se realizó la parada central del día para descansar, reponer fuerzas y comer, regando las viandas en la mayoría de los casos, con las dos botas de vino que salieron de las mochilas. Finalizada la comida, iniciamos el largo descenso por el camino de ida hasta alcanzar los coches y previa parada en Robledo del Mazo para la tradicional cerveza y comentarios de la jornada, emprendimos el regreso hasta los lugares de partida, llegando a Toledo alrededor de las 1930 horas.
Como afirmaron algunos participantes “Preciosa ruta, tenía todos los ingredientes: vistas espectaculares, montaña, el rio con sus cascadas, subida….¿qué más se puede pedir? Pues lo que hicimos, finalizarla con amena charla comentando las incidencias del día alrededor de unas cervezas.