Datos Básicos: A las 7:00 y con una temperatura de -2°C en el punto de salida, un grupo formado por 8 componentes partía en busca del resto del grupo que esperaría en el aparcamiento situado al lado de la caseta de acceso que sería el inicio de la ruta. Tras avistar varios ciervos en la ruta de llegada a la caseta, el grupo de 15 componentes partía a las 9:00 horas con una temperatura de -1°C hacia el pico más alto de los Montes de Toledo. El Rocigalgo.
El tiempo fue muy frio, con charcos helados y algunas zonas umbrías, todo el día tapizadas de blanca escarcha. Afortunadamente el viento apenas nos visitó y lamentablemente los arroyos y sus saltos de aguas, así como el monte en general, acusa la prolongada sequia que estamos padeciendo.
Crónica: Después de comunicar nuestras intenciones y datos al personal del Parque Nacional de Cabañeros, que estaba en la caseta de información, poco después de las 09:00 horas nos pusimos en ligera marcha senderista, para paliar los rigores de la mañana en la zona del Arroyo del Chorro, paralela al cual, progresamos por una pista forestal perfectamente acondicionada, hasta la escalera con pasamanos y escalones de madera, que nos obligó ya a abandonar la cómoda pista por la que habíamos progresado.
En la parte inicial de la ruta predomina el encinar y las jaras, pero al abandonar la pista, la senda, cómoda a excepción de un par de zonas de piedras sueltas, discurre entre rebollares y jarales, llevándonos en aproximadamente una hora desde la partida y salvando unos 200 metros de desnivel, al salto de agua conocido como El Chorro, menos surtido de agua que en otras ocasiones, pero aún majestuoso y dando suficiente humedad a la zona.
Sobre fauna, el avistamiento más significativo durante la ruta, fueron los cérvidos avistados desde la carretera y en la pista entre ésta y la Casa de las Becerras. Durante el resto del día, solo algún esporádico y lejano vuelo, de algún ave no perfectamente identificada.
Desde el Chorro, de nuevo por senda, paralelo al arroyo, en trazada con predominancia de la subida, alcanzamos la cornisa y sus cadenas, inmortalizando el paso con testigos fotográficos para la historia del club. En esta ocasión, tal es la situación y ciertamente por no ir a buscarla, que al continuar nuestra progresión, ni siquiera vimos La Chorrera Chica, que pasamos de largo, si es que llevaba agua.
Siguiendo paralelo al Arroyo del Chorro, por una senda apenas visible bajo el manto otoñal de hojas caídas, llegamos al Collado del Chorro, donde hicimos una breve parada para tomar algún bocado e hidratarnos. En esta ocasión en el amplio y abierto collado no permanecimos mucho tiempo, porque soplaba un viento no muy fuerte, pero muy frio y estaba además muy a la vista, la empinada senda de 125 metros de desnivel que nos debía llevar hasta el Rocigalgo.
En la cima del Rocigalgo, pudimos observar la magnífica labor de mantenimiento del Belén que realizó uno de los componentes de la Junta Directiva. El Belén luce magnífico y pleno de colorido. En sus inmediaciones entonamos villancicos, se descorcharon unas botellas de cava y sidra para acompañar a los polvorones y mantecados y la estancia en la cumbre, finalizó con las tradicionales fotos de grupo, cumbre y bandera del club.
Iniciamos el descenso por la Sierra Fría, a tramos por pista acondicionada, en otros por rodaderos acondicionados con piedras, lanchas y cemento para facilitar el tránsito de vehículos y la superación de pendientes considerables, hasta el punto de la bajada que nos pareció más resguardado del frio viento y en el que hicimos la última parada del día para comer.
Ya repuestos, hicimos el trecho restante hasta los coches sin nada más resaltable que recordar lo largo y tedioso que se hace este tramo final. Después de unos minutos dedicados a recoger el equipo y realizar los necesarios estiramientos para facilitar la recuperación muscular, cumplimos con otra tradición, reunirnos en el restaurante de Las Becerras y al calor de la chimenea con algunos botellines, migas y alguna que otra tapa, recordar las incidencias del día, plantear futuras rutas y desearnos felicidad para las fiestas venideras.
Se cubrió el objetivo propuesto y la tradición del club y volvimos a disfrutar de un magnifico día de senderismo, sin lluvia, con viento y frio, por un envidiable entorno, sin novedad y una magnifica compañía.