Datos Básicos:Una ruta que tuvo dos partes bien diferenciadas. La primera, que fue un paseo cultural alrededor del pueblo, en el que se visitaron dos puentes medievales y la ermita y una segunda en la que se visitaría el Molino del Gollote, ya en desuso, la Poza Canencia, se pasaría por la presa del Batán y finalmente se alcanzaría la Chorrera de Rovellanos.
10 participantes de los 12 iniciales apuntados a la ruta, de los cuales 5 partirían desde Toledo y 5 lo harían desde el punto de partida de Canencia.
Al final la ruta fue de unos 9 Km y 340 m de desnivel.
Crónica: Directamente desde Olías del Rey, partió el primer grupo hacia Canencia, donde, por un problema de elección de ruta, el segundo grupo llegó finalmente a las 9:30 horas.
La ruta comenzó a las 09:45 aproximadamente, con una temperatura muy agradable, que subiría posteriormente hasta valores de casi 30 grados.
Una vez tomado un café para hacer tiempo y esperar al segundo grupo, todos los participantes se reunieron en la plaza de la Constitución, donde el organizador comentó lo que se vería en la ruta y sin más dilación, comenzó la marcha.
El primer puente que se visitó dentro de la ruta “Puentes Medievales” señalizada por el ayuntamiento de Canencia, fue el del Puente Canto, bonito puente sobre el arroyo de Canencia, que da nombre a la localidad punto de partida y llegada de la ruta.
Una media hora después, el grupo llegaba al Puente Cadenas, también sobre el arroyo Canencia, un coqueto puente de un arco en el que se podía observar vegetación de ribera y el pequeño chorro que todavía y a pesar de las fechas, llevaba el arroyo.
Una vez tomadas las fotos de rigor, el grupo entraría de nuevo en el pueblo, para cruzar la carretera M-609 para dirigirse a la ermita del Santo Cristo, una pequeña pero robusta ermita, donde todavía se celebra culto en honor a los fallecidos de Canencia. Tras una nueva toma de fotos en la ermita, el grupo llenó las botellas de una fuente cercana y tomó el camino que ahora sí, llevaría hacia la Chorrera de Rovellanos.
Lo primero que se encontró el grupo fue el molino del Gollote, ya en desuso, porque desgraciadamente, el arroyo del Batán no lleva suficiente agua para que el molino haga su función y porque el edificio está medio derruido.
Siguiendo el sendero, el arroyo forma varias pequeñas pozas, siendo la mayor, la de Canencia, un buen charco en el que desgraciadamente, el hombre había dejado restos de su presencia allí, en forma de varias botellas vacías de plástico. Una socia participante recogió dichas botellas como muestra de civismo y ecología.
El grupo volvió sobre sus pasos hasta llegar al puente Arroyo del Batán, un pequeño puente sin ningún atractivo especial, si bien ahí comenzaba la subida que llevaría al grupo a la presa del Batán primero y posteriormente a la Chorrera.
El comienzo de la subida se realizó a las 12 horas, y la temperatura ya era elevada, por lo que el paso fue tranquilo hasta alcanzar el camino por el que luego se regresaría. Una vez reagrupados los participantes, y realizada una pequeña parada para hidratar, el grupo se encaminó hacia la presa, cuyo tramo tiene una pequeña bajada delicada para los niños, pero que, con cuidado, se bajó sin incidencia alguna. Una vez atravesada la presa, se llega a una fresneda, de donde parte la senda que ya sí, llega a la Chorrera.
La hora y la no presencia de una senda muy clara, además de la subida en sí, provocaron que varios participantes, tuvieran que hacer un esfuerzo adicional para poder llegar a la chorrera, que recibió al grupo con un pequeño chorro, pero que, cuyas aguas sirvieron de bálsamo a todos los participantes en la ruta.
En dicho entorno, escondido, recóndito y maravilloso, el grupo estuvo descansando cerca de una hora, para posteriormente, proceder a realizar la bajada por el mismo camino. En esta ocasión, en lugar de atravesar la presa, se cruzó el arroyo y se tomó un pequeño atajo para alcanzar el camino que forma parte del PRM-29 y que llevaría al grupo de nuevo a Canencia, justo donde se habían aparcado los coches.
Una vez allí, a las 15:30 de la tarde, el grupo encontró un sitio donde sirvieron sidra fría y cerveza, aderezadas con algunas raciones, que pusieron un broche perfecto a una ruta muy agradable.