Datos Básicos:Solo 7 participantes habíamos anunciado nuestra salida. La longitud prevista, más de 31 kilómetros, el desnivel a superar, más de 1.300 metros, el peso de la mochila y el tiempo en las cumbres que se esperaba frio, no animó excesivamente a los socios para inscribirse en mayor numero.
A las 07:30 horas en la Parroquia de San Ildefonso, Toledo, nos encontramos el grupo y desde aquí organizados, iniciamos la actividad que finalizamos el domingo en igual sitio a las 19:20 horas.

Crónica:Desde la misma plaza de la aldea de Navamediana, pedanía de Bohoyo, donde habíamos aparcados los vehículos iniciamos la actividad, mucho más tarde de lo previsto, a las 11:15 horas, toda vez que ante el esfuerzo que se adivinaba y la certeza de las muchas horas de luz solar, nos lo tomamos con mucha calma y ya en la Venta la Rasquilla hicimos la primera parada para hacer más ameno el viaje y que algunos pudieran cumplir con el necesario desayuno que no habían realizado.

Cruzamos Navamediana, salimos a la carretera dirección a Bohoyo y después de algo más de un kilómetro sale el camino que nos llevó al campo de fútbol y al comienzo de la ruta de la “Garganta de Bohoyo”. Una muy larga subida, siempre ganando altura y que acumula kilómetros y tiempo con los kilos de la mochila a la espalda. Primero por una pista de tierra, entre robles que poco a poco se convierte en senda, la de “Pequeño recorrido” PR-AV16.

Al poco de iniciar ya el ascenso vimos las indicaciones para la Fuente de la Navazuela, a la que no fuimos y poco después continuando el bien marcado sendero alcanzamos el primer refugio, de los muchos que vimos a lo largo de los dos días. El primero fue el refugio de la Secá, poco después el refugio La Redonda y ya más distantes y separados entre sí, alcanzamos los refugios de Longuilla y Landrón, siempre en continua y larga subida, pero por asequible y bien marcado sendero.

Desde el Refugio Landrón, otro largo esfuerzo nos llevó hasta la Lagunilla, un embolsamiento de agua con mucha vegetación acuática y a la que se accede a través de un paraje denominado Los Lanchares, un lecho glaciar donde puede apreciarse perfectamente la erosión del hielo en una masa enorme de granito por la que transitamos durante un buen tramo. En las inmediaciones de La Lagunilla hicimos el alto central del día para descansar, reponer fuerza y comer algo.
Algo repuestos, emprendimos de nuevo la subida que en esta fase final se hace más pronunciada, incluso la senda, está bien marcada hasta el Refugio Belesar, pero después es más difícil de seguir. Desde La lagunilla lo primero que encontramos fue las estupendas pozas del Baño de las Sirenas, de cristalinas aguas que rebasamos con envidia por no podernos detener y a continuación el Refugio Belesar, para enfrentarnos a la subida final. Desde el arroyo central de la Garganta de Bohoyo, a la altura de la Fuente de los Serranos, el grupo se dividió en dos, unos ascendiendo hasta el pico Belesar y otros hasta el Collado que da paso a la Portilla de los Cantos Colorados, donde posteriormente se produjo el reagrupamiento.
Desde el Meapoco, nos dirigimos a la zona de la Plaza de Toros, que rodeamos por el este, pegados al muro de piedra que es divisoria a la vez y después de un intento de localizar la Fuente Regajo Largo, apremiados ya por la próxima caída del sol y después de atravesar un autentico mar de piornos, por sendas prácticamente cerradas por estar poco transitadas, alrededor de las 21:00 horas, alcanzamos el Refugio Regajo Largo.
El refugio ya estaba ocupado por un grupo de once senderistas, así es que como llevábamos la determinada idea y los pertrechos necesarios para vivaquear, después de repartirnos el terreno disponible con el otro grupo, montamos un par de protecciones nocturnas con dos tarp, las planchas, sacos y demás y aprovechamos para disfrutar de un increíble atardecer con un cielo que por momentos tornaba de azul a naranja, rojo y finalmente un claro azul iluminado por una gran luna, prácticamente en fase de Luna Llena.
Después de las vueltas de rigor dentro del saco de dormir para coger la posición adecuada y un ligero sueño, a las 03:20 horas se levantó un pequeño vendaval, que flameaba al viento los tarp con tal estruendo que nos vimos obligado a levantarnos y plegarlos, para continuar el resto de la noche tratando de dormir y descansar, porque además del viento, la temperatura bajó considerablemente. Amaneció un precioso día el domingo, soleado, templando el cuerpo y alegrando el ánimo, así es que sin prisas, después de recoger y empaquetar de nuevo la mochila, a las 09.10 iniciamos el descenso por la Garganta Navamediana.
La salida inicial de la Cuerda de los Copetes, donde está situado el refugio, es de nuevo entre un autentico mar de piornos, hasta que alcanzamos el PR-AV 38 que transcurre después por unas incomodas praderas en las que no se distingue el sendero, ni los muchos boquetes en el suelo, que además se combinan con pequeños hilos de aguas y algunos encharcamientos. Realmente lenta fue esta parte de la ruta por las precauciones que debimos adoptar.
Antes del Chozo Quemaculos las praderas se convirtieron en grandes zonas graníticas afloradas a la superficie y el arroyo que discurre por la garganta, produce numerosos saltos, cascadas y pozas que dan una gran belleza al recorrido. Desde la mitad de la ruta, se vuelve a seguir nítidamente el sendero, perfectamente señalizado con hitos de piedras, postes y alguna pancarta y en su tramo final, discurre entre hermosas arboledas de robles tapizados de helechos.
A las 14.05 horas alcanzamos los vehículos y nos desplazamos a las inmediaciones de un afluente del Tormes, donde en un restaurante saciamos nuestra mucha sed, algo de nuestra hambre y pudimos disfrutar de la conversación, las anécdotas y como no, los futuros retos que nos planteamos. Desde este mismo lugar dimos por concluida la actividad y cada coche inició el camino de regreso, cansados, pero alegres y satisfechos. ¡Viva el vivac!.

LXXIII Ruta: Ascenso al Meapoco y al Belesar