Datos Básicos: A las 7:30 puntualmente, el primer grupo de senderistas se citaba en Toledo para disfrutar de un día de montaña en el que las previsiones no eran muy halagüeñas.
A las 8:50 horas, el grupo de senderistas llegados desde Toledo aparcaba los vehículos en el lugar señalado como punto de partida de la ruta. Todos bien pertrechados ante las inclemencias del tiempo, comenzaron la ruta cuando llegó el último participante. Finalmente, diez fueron los que tomaron parte de esta ruta de casi 21 kilómetros y 700 metros de desnivel positivo.
Las previsiones se cumplieron justo cuando el grupo disfrutaba de la cumbre, haciendo fotos y disfrutando del entorno. En ese momento, comenzó a granizar y continuó hasta que el grupo prácticamente descendió del Cerro. Cuando finalizó la ruta, los participantes buscaron un lugar agradable para tomar un refrigerio, aunque también apetecía tomar algo caliente debido a la humedad y la sensación térmica.

Crónica: A las 9:10 el grupo con todos los participantes de la ruta estaba en predisposición de comenzar la ruta. Pese a que se trató de localizar un bar para poder tomar un café antes de comenzar el día, fue imposible, debido a la distancia existente al bar más cercano. Tras descartar la idea, el grupo se puso en marcha caminando hacia el Cerro que en todo momento se divisaba. Primero pasando por debajo de la M-607, para luego continuar por un paraje no muy agradable, ya que era una especie de pequeño almacén de cemento. Poco después, el entorno se iba normalizando ya con vegetación como encinas o retamas, rodeados de muros de piedra, que le daban un aire rústico que resultaba muy agradable, hasta que el grupo se topó con la Fuente del Moro, un caño que tenía agua corriente y que distaba unos 3 kms desde el lugar de partida de la ruta.
Durante la aproximación al Cerro, el tiempo fue muy agradable, incluso con algún rato de sol. La vía pecuaria por la que transitaba el grupo transcurría entre fincas de ganado extensivo. Tras cruzar varios arroyos secos, como el Arroyo Tejada o el Arroyo del Cabrero, el grupo tomó un camino asfaltado que le conduciría hasta la Cordel de Hoyo de Manzanares, donde comenzaría la verdadera ascensión al Cerro de San Pedro.
Tras evaluar las posibles vías para subir, se decidió atacar un collado de 1205 metros de altitud, para luego continuar en paralelo a una valla de piedra hasta que se giró 90 grados hacia el norte para encarar la última parte de la subida. En ese momento, las nubes cargadas de agua ya habían hecho su presencia y amenazaban con descargar sobre el grupo.
Una vez coronado el Cerro, disfrutando de una pequeña trepada que hay en su cumbre, de tomar las preceptivas fotos, y de felicitarse por el logro conseguido, el cielo decidió descargar sobre los participantes una granizada repentina. Los granizos no eran de un tamaño especialmente grande, pero caían con muchísima fuerza y no había lugar para refugiarse, lo que obligó al grupo a descender tan rápido como podía.
No obstante, como todos iban preparados para las inclemencias, no pasó a mayores, y el grupo continuó bajando hasta que se encontró con el arroyo Maderones, donde se bajó con prudencia por estar mojado el terreno y poder resbalar. Aproximadamente una hora después, el grupo había alcanzado ya el Cordel de Cantalojas, donde ya no granizaba. Siguiendo este cordel, el grupo alcanzó la zona de Navalahija, cruce de caminos de varios Cordeles y Vías Pecuarias.
La última parte de la ruta fue un estupendo paseo con una temperatura ideal, por un entorno adehesado, que permitió el disfrute de la ruta por parte del grupo. Una vez de vuelta en Colmenar Viejo, el grupo finalizó la ruta degustando unos refrigerios y emplazándose para la siguiente ruta.

Circular al Cerro de San Pedro