Datos Básicos: Con un pequeño retraso nos reunimos los 12 socios de la partida, a las 07:40 horas cerca de la explanada de Santa Teresa en Toledo, en la puerta de la iglesia de San Ildefonso y desde allí en caravana hasta Piedralaves, donde hubo que realizar otra imprevista parada que nos obligó a iniciar la ruta solo 10 minutos antes de las 10:00 horas.
Por todo ello y por la dureza de la ruta, fue por lo que algo más tarde de las 19:00 horas concluimos los casi 1000 metros de desnivel positivos, a lo largo de algo más de 13 Kms.

 

Crónica: En la misma presa del Embalse de Horcajo-Piedralaves, en un pequeño aparcamiento para poca más de 5 o 6 coches, dejamos los vehículos, atravesamos la presa e inmediatamente nos enfrentamos a una ininterrumpida subida en la que en 4,8 Kms., se asciende 946 metros para alcanzar el Portacho de las Serradillas. Hasta ese punto en el que se alcanza el cordal, la ruta está marcada por hitos e incluso carteles, es irregular, por senda y campo a través, con abundante vegetación y arboleda, especialmente pinares y robledales, algunos de imponentes porte que denotan su longevidad, sin duda centenarios.
La importante subida inicial, más de 900 metros, no se hace especialmente pesada, a pesar de lo empinado de algunos tramos, por su belleza, la vegetación y lo variado de accidentes y objetivos que superamos, tales como las fuentes de la Culebra o del Cimon Viejo, un pozo de nieve, una pradera con estupendo mirador o el Cerrillo del Enebro.
Alcanzado el Portacho, el ambiente cambia drásticamente, hasta alcanzar el Llano de la Plata, no existe senda definida, a pesar de que algún disperso hito, trata de orientar nuestros pasos a través de una enmarañada vegetación arbustiva, piornos entre otros, que castigó las descubiertas piernas de los senderistas más calurosos. Cuando conseguíamos eludir la molesta vegetación, nos teníamos que enfrentar a pedrizas o importantes bloques de roca que hizo penoso, fatigoso y en algún tramo peligroso nuestra progresión por el cordal.
Atrás dejamos el Pico Lanchamala, donde inmortalizamos la cumbre alcanzada con las tradicionales fotografías y como no, las típicas con la bandera del club. No obstante el penoso avance por el cordal, la altura nos proporcionó una suave y fresca brisa que alivió el calor sufrido en el tramo final de la subida.
Desde el Llano de la Plata hasta el embalse, se pierden poco mas de 800 metros de cota en 4230 metros, pero los primeros 400 metros de desnivel fueron especialmente empinados, campo a través, sin alcanzar senda alguna, por piedra y tierra suelta que lo hizo muy fatigoso e incluso peligroso por resbaladizo y caídas y arrastres de piedras, así es que apenas hubimos alcanzado la cabecera del arroyo de los Hornillos, en un pequeño discurrir de agua, hicimos la parada central del día, más tarde de lo normal alrededor de las 16:00 horas. Descansamos, comimos y aprovechamos para refrescarnos en el afloramiento de agua.
De nuevo, después del descanso, nos tuvimos que enfrentar a un tramo pendiente con piedras y tierra suelta, en la que triscaban y pastaban un rebaño de cabras. ¡Lógico en éste terreno! Una vez dejado atrás la zona de Los Hornillos, nos adentramos en la Garganta de Matavacas que nos recibió con abundante vegetación de pinos, robles y sin una senda limpia por la que progresar, tuvimos que hacerlo sorteando helechos, ortigas y sobretodo mucha zarza que siguió castigando las descubiertas piernas de algún integrante.
Por el fondo de la garganta, saltando de piedra en piedra arrastrada por las aguas, llegamos por fin al cómodo camino, pista de tierra que agradecieron nuestras piernas y que nos llevó de nuevo hasta los vehículos.
Muy bien guiado por el organizador de esta ruta, nos dirigimos a una piscina natural acondicionada a la entrada del pueblo, donde la mayoría de nuestro grupo se bañó y el resto se refrescó. Agua helada que revitalizó los cuerpos y los dejo preparado para el último asalto, unas muy agradables rondas de cervezas y patatas revolconas entre risas y anécdotas recordadas de otra feliz jornada de compañerismo y de disfrutar de la naturaleza.

Lanchamala