Datos Básicos: En nuestro habitual punto de reunión a las 08:00 horas y a las 10:00 horas en la caseta de información del Parque Nacional de Cabañeros, en el Camino de las Becerras, inicio de la ruta, nos reunimos los 14 participantes. No madrugamos tratando de retrasar nuestra pelea con la lluvia y esperando sufrirla durante menos tiempo ya que las predicciones así lo aconsejaban.
El domingo 16 el tiempo fue lluvioso, frio, con niebla y ventoso, la pista de tierra hasta el inicio de la ruta estaba en mal estado para los coches y prácticamente hasta mas allá del mediodía la llovizna o lluvia nos acompañó constantemente, por lo que las sendas y las piedras estuvieron bastante mojadas y los árboles y arbustos que tuvimos que atravesar, cuajados de gotas de aguas que nos obsequiaron generosamente con el liquido elemento, pero como contrapartida, los arroyos, chorros, chorreras, etc., estaban magníficos regalándonos unas magnificas vistas.

Crónica: Una vez comunicados nuestros datos e intenciones al personal del Parque Nacional de Cabañeros, que estaba en la caseta de información y de la breve explicación y consejos del organizador de la ruta, sobre las 10:30 horas iniciamos la marcha con fina lluvia por la pista, paralela al arroyo del Chorro por el que esta vez corría abundante y cantarina agua entre encinas y jaras.
Abandonada la comodidad de la pista, ya por una senda menos cómoda y mas resbaladiza a causa de la lluvia, entre rebollares y jarales, fuimos ganando los aproximadamente 200 metros de desnivel, que nos puso al pie del salto de agua conocido como El Chorro, pletórico y majestuoso, con el mayor caudal de agua en los últimos cuatro años al menos. En este tránsito desde la pista al Chorro tardamos algo más de una tranquila hora.
Desde el Chorro, de nuevo por senda, paralelo al arroyo, casi siempre en subida, alcanzamos la cornisa y sus cadenas, que en esta ocasión, por roca mojada, con lluvia, pasamos con mayores precauciones de lo que suele ser habitual. Continuada la progresión, alcanzamos el desvío de la Chorrera Chica, que dejamos para el camino de vuelta y continuamos hacia el robledal que nos había de llevar hasta el Collado del Chorro. El robledal, de hojas caducas, estaba completamente tapizado por una profunda capa de hojas, por lo que fue mucho más fácil de atravesar que la zona anterior, por la que la estrecha senda discurría entre arbustos cuajados de agua que se desprendía a nuestro paso.
Alcanzado el Collado del Chorro y puesto que ya habíamos realizado con anterioridad una pequeña parada para comer y beber algo y las condiciones meteorológicas no eran muy benignas en la zona, atacamos los más de 130 metros de desnivel que nos quedaba hasta el mirador del Rocigalgo por una ancha senda de piedras sueltas.
En la cima del Rocigalgo, el tiempo empeoró y el frio y el viento hizo muy incómoda la permanencia en el mirador, por lo que la visita a nuestro Belén fue bastante breve y después de las fotos de grupo con la bandera, emprendimos el descenso. En el Collado del Chorro no nos detuvimos y eso sí, en el robledal, al resguardo del viento y por primera vez durante toda la jornada, sin lluvia, aprovechamos la ocasión para realizar la parada central, descansar, comer y abrir las botellas de cava y los dulces que llevamos para celebrar el Día Internacional de la Montaña y el año de gratificantes y estupendas jornadas de rutas y convivencias senderistas.
En esta ocasión, a diferencia de anteriores jornadas, la ruta no fue circular y volvimos por el mismo camino. La siguiente parada fue en la Chorrera Chica que no hacía honor a su nombre por la cantidad de agua en el salto y desde allí, de nuevo a las cadenas, a la pista y a los vehículos para realizar algunos estiramientos y cambiar alguna prenda o calzado muy mojado.
En las Becerras, junto a un reparador fuego, algo de venado y migas, despedimos la jornada, emplazándonos para la siguiente ruta.

IV Jornadas de la Montaña y LXIV Ruta: Circular Rocigalgo