Datos Básicos: Aunque seguimos bajo los efectos de la pandemia de COVID19, hemos podido cumplir con la tradicional ruta organizando varios grupos de 6 personas y diferentes itinerarios, mientras la federación nos aclara si podemos aumentar el número de participantes.
Esta es la crónica de los tres grupos que compusieron la ruta, comenzando por la del grupo A, que partiendo de la Caseta de información del Parque Nacional de Cabañeros en las Becerras (Los Navalucillos), tenía como destino el Corocho del Rocigalgo de 1449 m de altitud, ascendiendo por la garganta del Chorro.

Crónica: En este caso al haber dos recorridos, se han realizado dos crónicas que a continuación se describen:

ITINERARIO A:
Una vez reunidos en el punto de partida y tras comunicar a los vigilantes del parque nuestro itinerario e intenciones, iniciamos la marcha con suave temperatura y ligera lluvia cumpliendo la previsión, que no era nada halagüeña.
El inicio de la ruta, es por un amplio camino que, tras cruzar el arroyo de la Arañosa, se adentra en la Garganta del Chorro, que cruzamos por un puente para situarnos en su margen derecha. El camino apenas tiene una ligera pendiente y discurre paralelo y al nivel del arroyo hasta que llegamos al punto donde el camino gira y asciende convertido ya en senda elevada sobre la garganta. En este punto, hacemos una pausa para hacer fotos a un imponente tejo que crece junto al arroyo y nos protegemos de la lluvia que aumenta de intensidad por momentos.
La senda es cómoda, pero hay tramos de piedra que la lluvia hace resbaladizos y nos obliga a avanzar con precaución.
Sin apenas darnos cuenta, alcanzamos el desvío a la primera de las cascadas: El imponente Salto del Chorro, que con sus 18 metros de caída es una de las más bellas cascadas de los Montes de Toledo. Hacemos una pausa para hacernos unas fotos y regresamos a la senda principal, que ahora asciende de forma más pronunciada para salvar el desnivel de la cascada. Estamos llegando a una zona muy escarpada, donde la senda discurre por una zona rocosa en la que encontramos una amplia zona resguardada de la lluvia donde decidimos hacer una parada para beber y tomar una fruta mientras recuperamos fuerzas.
Tras el descanso, alcanzamos la zona de las cadenas que nos ayudan a salvar la zona más complicada del sendero: un paso estrecho de salientes rocosos en el que extremamos la precaución a causa de la lluvia.
La garganta se estrecha poco a poco y nos desviamos para contemplar la segunda de las cascadas: La Chorrera Chica, que, si bien es de menos altura que la primera, tiene mucho encanto y es un paraje muy hermoso. Hacemos más fotos y retomamos la senda que sigue en ascenso constante.
Tras atravesar un canchal, nos encontramos un roble imponente que anuncia el cambio de vegetación. Cruzamos el arroyo y nos adentramos en el robledal que nos llevará hasta el Collado. La lluvia y la bruma hacen que el paisaje tenga el aspecto de bosque encantado. Ahora estamos muy cerca del nacimiento del arroyo y la senda zigzaguea entre los robles desnudos de hojas y salpicados de musgo.
Alcanzamos el Collado con la lluvia arreciando y giramos a la izquierda para enfilar la pronunciada cuesta que nos llevará a la cima. El viento sopla con intensidad y arrastra la lluvia que nos azota sin piedad.
Justo antes de alcanzar la cima, nos cruzamos con nuestros compañeros de ruta que tras alcanzar la cima ascendiendo por el camino que discurre por la cuerda de la Sierra Fría, inician el descenso. Nos emplazamos en la cueva de la zona de las cadenas para comer y hacer el tradicional brindis y seguimos hasta el geodésico, que alcanzamos justo cuando arrecia el temporal. Hacemos unas fotos apresuradas del Belén de la cima y nuestra bandera e iniciamos el descenso.
Llegamos al Collado y nos adentramos en el robledal. Sin paradas ni descansos porque la lluvia no nos da tregua, alcanzamos la cueva donde ya nos espera uno de los grupos y esperamos a otro que está visitando la Chorrera Chica. A cubierto de la lluvia sacamos nuestras viandas y disfrutamos de la compañía. Brindamos y degustamos unos dulces mientras expresamos nuestros mejores deseos para la Navidad y sin dejar ninguna huella de nuestro paso, seguimos el camino hasta alcanzar los coches, donde tras los estiramientos de rigor, cambiamos nuestra ropa mojada por seca y nos emplazamos en el restaurante la Becerras para tomar unas merecidas cervezas y rematar la jornada con una “Sorpresa”.


ITINERARIO B:
Ambos grupos salieron de diferentes puntos e iban en todo momento coordinados con walkie talkies con el fin de respetar en todo momento las medidas sanitarias impuestas por las autoridades. En un principio, comenzó la ruta el grupo B1 y posteriormente comenzó el grupo B2. El día apuntaba a lluvia y los grupos salieron debidamente pertrechados desde la salida, que comenzó con una preciosa estampa del arroyo del Chorro cuyo caudal se ha incrementado enormemente por las lluvias de las últimas jornadas. Dicho arroyo fue cruzado por ambos grupos por un puente de madera, que permitió comenzar una agradable subida hasta la casa del Postuero. A partir de aquí, poco a poco la pendiente comenzó a hacerse más pronunciada, ya que en unos cinco kilómetros y medio se subieron rampas con una pendiente de más del 30 % y que, aunque transcurrieron por un par de rodadas con firme preparado para que puedan subir los todoterrenos del Parque Nacional, dichas rodadas le quitaban encanto y naturalidad al tramo, como comentaron varios de los componentes del grupo B1. Una vez alcanzado el collado de Malpasillo, la pendiente comenzó a moderarse, y aquí es donde se aprovechó para hacer una breve parada para reponer fuerzas y líquidos, además de tomar alguna fruta o comida ligera, ya que la climatología en este punto de la ruta ya había empeorado por dos motivos: Se alcanzó la altitud de más de mil metros y se confirmó la previsión meteorológica que preveía que según avanzase el día el viento y la lluvia irían arreciando. En este punto, y tras coordinarlo con los walkies que llevaban el organizador del grupo B1 y el del grupo B2, el grupo B2 pasó adelante, hasta que coincidieron de nuevo en el collado Frío a 1275 metros, donde se volvió a realizar una parada para retomar fuerzas e intercambiar impresiones.
En esta altura de la ruta, las vistas eran prácticamente inexistentes, y faltaban tres kilómetros para alcanzar la cumbre del Corocho del Rocigalgo, que se alcanzaría en unas condiciones meteorológicas difíciles con viento y lluvia. Se realizaron algunas fotos, pero fueron tomadas más por la importancia de la ruta y la belleza del entorno, que por la apetencia de estar posando y tomando fotos.
Como toda ruta que se precie tiene que tener su momento de incertidumbre, a una de las componentes del grupo B1, la comenzaron a molestar seriamente los abductores de la pierna derecha a falta de un kilómetro para la cumbre, cuestión que se solucionó con una dosis de ibuprofeno.
Al alcanzar la cima del Rocigalgo, la sensación térmica era de unos 2 grados bajo cero y la velocidad del viento superaba los 50 kilómetros por hora, por lo que las fotos se redujeron a la mínima expresión, tomando la de familia con la bandera y poco, muy poco más. Allí los grupos B1 y B2 coincidieron siempre respetando distancias de seguridad. Al poco de comenzar la bajada, el grupo se cruzó con el grupo A que estaba a pocos cientos de metros de alcanzar la cumbre.
Posteriormente en el collado del Chorro, el grupo B1 aprovechó para realizar una parada más o menos larga, ya que en este punto el viento y la lluvia no azotaban tanto como en la cumbre, aunque tampoco se alargó en exceso porque la lluvia en especial, seguía haciendo acto de presencia. Mientras tanto el grupo B2 continuó su bajando hacia las Chorreras.
Una vez retomada la marcha y atravesado el robledal, el grupo B1 visitó la Chorrera Chica, ya con una meteorología algo más benévola, ya que al menos el viento por estar en la garganta, no soplaba con tanta intensidad.
Al pasar la cadena, en una gran covacha existente, coincidieron los tres grupos y se procedió al tradicional brindis y degustación de mazapán, praliné y algunos licores que llevaron los participantes.
A partir de ahí y de forma escalonada, los grupos fueron bajando y se visitó el Chorro, para posteriormente, retomar la macha hasta el punto de inicio de la ruta.
Tras el preceptivo cambio de ropa, los grupos se dirigieron al merendero de las Becerras, donde tras situarse en varias mesas de 4, 6 y 4 ocupantes respectivamente, y con las separaciones estipuladas siendo respetadas, el presidente del club hizo entrega de un “collage” de fotos en homenaje y agradecimiento a la labor realizada en el club por D. Antonio Izquierdo, exvicepresidente del club y que recientemente ha dejado de forma voluntaria la junta directiva del club. Además del collage, los participantes, pudieron dejar su dedicatoria en un libro de firmas que también se entregó a Antonio una vez dedicado por los asistentes. Tras terminar un refrigerio que acompañó a la entrega y la degustación de unas migas de tapa, se puso fin a la ruta, emplazando a todos los asistentes a las rutas del mes de enero.

CVII Ruta: Tradicional Subida al Rocigalgo